La mala gestión de la industria textil, tanto a nivel individual como colectivo, está teniendo unas consecuencias desastrosas en la salud del planeta. Por este motivo, la AEMA (Agencia Europea de Medio Ambiente) ha llevado a cabo la realización de un informe, que publicó el pasado 26 de marzo, donde se refleja que el impacto medioambiental y climático de la fast-fashion es muy elevado.

Cada europeo compra una media de 19 kilos y genera 16 kilos de desechos textiles al año

Durante el año 2022, el sector textil ocupó la categoría número 12 respecto a las materias primas consumidas, con un total de 234 millones de toneladas utilizadas para la producción de ropa, calzado y ropa de hogar. Un consumo que también se ve reflejado en el agua, con un gasto de 5300 millones de metros cúbicos , lo que lo sitúa en el 4 lugar. Además, de la cadena de producción de textiles, que generó unas emisiones de 159 millones de toneladas de CO2, lo que le otorgó el 6 puesto de consumo doméstico que más presiona el clima.

Durante los últimos 23 años, la exportación de textiles se ha triplicado.

Aunque este estudio recoge los datos de los productos consumidos solo en Europa, buena parte de todo esto ha sido producido fuera de nuestras fronteras. Desde hace años, Asia es el lugar donde se centraliza la mayor parte de la producción textil. Sin olvidar las exportaciones derivadas del reciclaje y la reutilización.

Gracias a este informe, se ha podido averiguar que solo un 15% de lo reciclado se realiza de formar adecuada, por lo que entre 264000 y 594000 toneladas de textil, son destruidas antes de su uso. En cuanto a la reutilización, la realidad es que no se esta llevando a cabo del modo adecuado, debido a existencia de sistemas complejos en los países receptores.

En Asia optan por la quema de la mayor parte de lo recibido, en lugar de apostar por su venta. Mientras que en África, la ropa si que llega a venderse en mercados, pero la recepción de estos productos es tan alta, que esta solución no es suficiente ni sostenible a corto plazo.

Por ello, la AEMA ha querido dejar claro que, la verdadera solución, pasa por un cambio dentro del sistema textil. Se debe mejorar la calidad de los productos que permitan que su vida se prolongue, así como potenciar la reutilización, reparación y reciclaje.